Poderes Mentales
Regreso de nuevo con
un tema de los que habitualmente me gusta explorar: la naturaleza animal humana
que muchas personas tanto intentan negarse a sí mismas. En otras palabras otro
tema que prueba que Charles Darwin ni se imaginaba de lo que su idea lograría
ayudarnos a corroborar aun más de 100 años después de su muerte.
Todos hemos escuchado sobre “poderes mentales”. Hemos visto películas sobre
el tema. Hemos leído historias que se basan en ello, o incluso tenido
experiencias directas o indirectas al respecto. Sin embargo, siempre se ha
considerado una especie de tema paranormal. Y la verdad, ¿quién no desearía
tener la habilidad de saber los eventos antes de que sucedan, o de poder leer
las mentes de otras personas?
Es una especie de universalidad humana el soñar con tener o experimentar
ese tipo de poderes. ¿Por qué creen que muchas películas o historias famosas se
basan en que sus personajes principales pueden utilizar alguna variante de ese
tipo de poderes? Bueno pues resulta que, hasta cierto punto, todos los
tenemos. Y la verdad es que no resulta nada del otro mundo. Nacemos con
ellos. O mejor dicho, nacemos con habilidades que pueden confundirse con
poderes extrasensoriales. Para ser más precisos, nuestros antepasados nos han heredado
genes que, aunque primitivos, nos ayudan a lidiar con situaciones de maneras
que podemos encontrar tan ilógicas que las consideramos paranormales.
Si siguen esta sección, ya me habrán leído mencionar algo sobre cómo es que
nuestro cerebro funciona en mucha parte ajeno a nuestra consciencia. Existe una
parte que decide y siente por nosotros antes de que seamos conscientes de ello.
Y precisamente esa es la parte que entra en acción cuando llegamos a pensar que
tenemos poderes mentales. Me explicará con una historia que se menciona en el
libro del que les comenté al principio.
Gary Klein, un experto en toma de decisiones, una vez le hizo una
entrevista al comandante del departamento de bomberos de Cleveland, como parte
de un proyecto que consistía en conseguir que algunos profesionales hablaran
sobre situaciones en las cuales tuvieron que tomar decisiones rápidas. La
historia que el bombero le contó fue sobre una llamada a la que había acudido
años antes, cuando era teniente. El incendio estaba en la parte trasera de una
casa de una sola planta en una zona residencial, en la cocina. El teniente y
sus hombres rompieron la puerta, sacaron las mangueras y cargaron la línea,
lanzando agua a las flamas de la cocina. Algo debió haber pasado en ese punto:
las llamas debieron disminuir. Pero no lo hicieron. Así que los bomberos
rociaron de nuevo. Aun así, no parecía hacer la diferencia, así que se
retiraron a la sala y ahí, de repente, el teniente pensó que algo andaba mal.
Volteando hacia sus hombres les dijo “Salgamos, ya!” y momentos después de que
lo hicieron, el piso donde estaban parados colapsó. Resultó que el fuego venía
del sótano.
“El teniente no supo porque les había ordenado a todos que salieran,”
recuerda Klein. “Él creía que había sido ESP (Percepción extra sensorial). Y lo
decía en serio. Pensaba que tenia ESP, y sentía que ese poder lo había
protegido durante toda su carrera.”
Klein es un investigador de decisiones con un doctorado, un hombre muy
inteligente, y no estaba satisfecho con esa respuesta. En vez de eso, por las
siguientes dos horas, hizo que el bombero recordara varias veces los eventos de
ese día, en un esfuerzo por documentar de forma precisa lo que el teniente
sabía y lo que no.
“Lo primero fue que el fuego no se comportaba como debía,” dice Klein. El
fuego en la cocina debió responder al agua. Este no lo hizo. “Se habían
regresado a la sala,” prosiguió Klein. “El teniente me contó que siempre
mantiene sus orejeras levantadas para darse una idea de qué tan caliente está
el fuego, y se había sorprendido de lo caliente que estaba incluso la sala. Un
fuego de cocina no debía ser tan caliente. Muchas veces una señal de
experiencia es notar lo que no pasa, y otra cosa que le sorprendió fue que ese
fuego no era ruidoso. Era silencioso, y eso no tenía sentido tomando en cuenta
el calor que hacía.”
En retrospectiva, todas esas anomalías tenían perfecto sentido. El fuego no
respondía a ser rociado en la cocina ya que no estaba centrado en ella. Era
silencioso debido a que el piso enmudecía el sonido del fuego debajo. La sala
estaba caliente debido a que el fuego se encontraba debajo, y el calor sube.
Sin embargo, en el momento, el teniente no hizo ninguna de estas conexiones
conscientemente. Todos sus pensamientos se llevaban a cabo detrás de la puerta
cerrada de su inconsciente.
Este es un hermoso ejemplo de sistema límbico en acción (la parte
inconsciente de nuestro cerebro). La computadora cerebral del bombero
instantáneamente y sin esfuerzo encontró un patrón en el caos. Pero seguramente
el hecho más sorprendente sobre ese día es lo cerca que todo estuvo del
desastre. Si el teniente se hubiera detenido a pensar y discutir el asunto con
sus hombres, pudo haber destruido su habilidad para saltarse a la revelación
que salvó sus vidas.
Claro que este es un ejemplo favorable de lo que nos dieron nuestros
homínidos antepasados. Ya escribiré después sobre la parte oscura de nuestros
heredados instintos primitivos.
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